Escribir sobre moda fue una pasión que inició gracias a los impulsos creativos recibidos durante el amanecer, cuando reflexionaba sobre el estilo de la mujer durante la guerra en Europa. Recuerdo que cuando comencé a escribir Mariposa Fashion Blog, sentí un poco de miedo, pues no sabía quién leería mis artículos o si estos serían comprendidos. Durante largas jornadas y en aquellos espacios donde el otoño y el invierno fueron mis mejores amigos y fuentes de inspiración, logré desarrollar la habilidad para entender el estilo de la mujer de antaño y el de la mujer contemporánea. Por otro lado, mientras lograba discernir esas transformaciones estilísticas de la mujer alemana, uno de mis grandes desafíos fue la tecnología, las redes sociales y generar credibilidad en la comunidad de la moda.
Además, pensaba que la razón debía ser porque no era experta en marketing digital. Sin embargo, aprender a escribir se convirtió en una prioridad, en un ejercicio que debía tratar con delicadeza, responsabilidad y dedicación. , mis mejores aliados fueron: el diccionario en mano, un par de libros de moda, periódicos de renombre y lo que observaba en las calles. Esto con el fin de no perder la hilación de la narrativa y evadir la dispersión de esta abundancia de ideas, más aún cuando se trata de revivir el pasado, para entender el presente.
Actualmente, convivo entre dos culturas, lo cual me ha llevado a replantear la relación entre la mujer y el armario. En este caso, fue necesario soltar el estilo europeo para encajar en la comunidad latina. Dejar Alemania por una larga temporada me llevó a prescindir de objetos valiosos que formaban parte de mi identidad y estilo, y que tendrían que ser reinventados. Así que, para sobrellevar ese duelo temporal, empecé a planear un armario sustentable, el cual tendría que reunir las particularidades de ser atemporal y adaptable a ambas culturas.
Planear un armario sustentable tiene su complejidad y, para ello, era necesario dedicarme a explorar otras disciplinas académicas, con el objetivo de reconectar no solo con mi idioma materno, sino también con mis raíces y estilo.
Por otro lado, hay que ser conscientes de que el mundo tal y como lo conocimos está dejando de existir, ya que estamos en constante evolución gracias al avance tecnológico, las redes sociales, los cambios medioambientales, y el desarrollo económico y científico, lo cual influye en el cambio de estilo de cada persona.
Tengo que afirmar que esta transformación global me ha permitido perder mis miedos, el temor de ser observada, rechazada y juzgada por mi apariencia. Ahora reconozco que asumir el riesgo de experimentar nuevos ciclos de vida y estilos es fabuloso.
La moda es un fenómeno cultural, social y dinámico, que está en constante evolución. El ejercicio de reinventarse, como consecuencia de vivir en dos países por temporadas, exige ser bondadoso y paciente consigo mismo, ya que los cambios culturales inciden de alguna manera en el estilo de vida de un individuo, incluyendo la manera de vestir, actuar, hablar y hasta la alimentación. Gracias a estas experiencias, he aprendido a desenvolverme en dos culturas diferentes.
Un instrumento de sanación interior ha sido la escritura, una experiencia de introspección en la que he aprendido a exponer mis observaciones como una curiosa de la moda. Soy una persona que conoce muy bien lo que significa vivir el proceso migratorio sin internet, una adaptación que, según los psicólogos, necesita alrededor de seis años para afianzarse en un país; en este caso, Alemania.
A pesar de la crudeza de la experiencia migratoria en tiempos sin internet, las ganas de salir adelante, aprender alemán y entender la cultura alemana desde la academia, me permitieron adentrarme en los círculos sociales y laborales. El contacto directo con personajes del mundo del arte, la moda y los negocios me ayudó a comprender mejor la esencia de la mujer local.
En muchos casos, cuando converso con otras mujeres latinas residentes en Alemania, todas llegamos a la conclusión de lo difíciles que fueron los primeros años. Por eso sentí la necesidad de escribir, para que otras mujeres de habla hispana no se sientan solas en su experiencia migratoria. Gracias a este medio y con el transcurso del tiempo, logré compartir con la audiencia lo que muchos vivimos como emigrantes. Para algunas personas, este término suena fuerte y hasta tiene una connotación negativa, ya que la palabra en sí misma tiene un significado triste: dejar el lugar de origen o residencia habitual para establecerse en otro país, ya sea por necesidades económicas, cuestiones políticas o simplemente por decisión propia.
Bajo este discernimiento, inicié un proceso de adaptación a una nueva vida, para seguir disfrutando de mi estilo sin que el lugar alterara mi esencia. Gracias al avance tecnológico y la globalización de las tendencias, es mucho más fácil vivir esta adaptación, contrario a lo que muchos vivimos a finales de los 90, cuando el internet no formaba parte de la vida diaria de las personas.
En este contexto, he creado cuatro pasos para vivir mejor este proceso: el de crear un armario nómada, en mi caso, sustentable.
Lo primero que hice fue realizar un curso de estilo con una experta colombiana. Necesitaba alguien con una experiencia similar a la mía que pudiera aclarar mis dudas sobre cómo presentar ciertas piezas y explotar mi pasión por la moda en un nuevo escenario. Ambas compartimos el amor por las piezas de colección y no tememos al color. En una de las clases, ella, con gran elocuencia y seguridad, afirmó: “Hay que perderle el miedo a la burla y a brillar en medio de las masas. Lucir extravagante o clásico no implica que tengamos que ocultarnos, ni nos hace menos o mejor que los demás.”
2. Con el tiempo, aprendí a jugar con los accesorios y a dar vida a estéticas maximalistas. Fue entonces cuando descubrí cómo esos complementos podían ser muy útiles para reafirmar mi personalidad. Después de ese encuentro, inicié un proceso de depuración y clasificación, teniendo en cuenta mi nueva situación socio-geográfica. Aprendí a diferenciar cuáles piezas siempre deben acompañarme, ya que son imprescindibles en ambos armarios. Dividir el armario en función de dos culturas, climas y actividades se convirtió en un nuevo reto.
3. Los armarios contienen prendas alineadas con las actividades y situaciones que enfrenta un individuo. En Europa, la vida es más tranquila y rutinaria, lo que lleva a un uso predominante de prendas casuales y relajadas. Sin embargo, las actividades relacionadas con la moda suelen ser más exigentes. Como dice el refrán, “como te ven, te tratan”. En las altas esferas alemanas, este dicho se convierte en una regla.
4. En medio de mi rebeldía fashionista, vivir en Alemania se convirtió en un sinónimo de disfrutar de la moda. Cada escenario, ya sea la calle, presentaciones de colecciones o reuniones laborales, me impulsaba a romper con la estética corporativa del blanco y negro, que tantas veces puede llevar a la monotonía. Superar los esquemas monótonos en el estilo se logró gracias al conocimiento propio de mi personalidad y al mantener mi propia idiosincrasia.
Romper las reglas, llevando una prenda con el estampado de la palabra “Colombia”, fue el inicio de mi desacato a las normas alemanas de moda. El diseño de una reconocida bloguera antioqueña, que combiné con unos flats de Miu Miu en tonos lilas, una blusa de hilos dorados brillantes y una bolsa Wayuu, me permitió mostrar con orgullo mi lugar de procedencia y mi estilo latino. Este conjunto no solo fue pensado para ser lucido en el metro a primeras horas de un domingo, sino que también representaba la expresión de una mujer que muestra con orgullo su identidad.
Al igual que ciertas piezas me ayudaron a enfatizar quién soy y lo que quiero en la vida, en las últimas temporadas aprendí a organizar los armarios con una logística tipo boutique. En este caso, el orden debía estar entre las principales prioridades. La clasificación de las prendas se realizó de manera que todo fuera visible y estuviera al alcance. Recuerdo la frase de Rachel Zoe, la estilista de las celebridades de Hollywood, quien exclamó: “Lo que no se ve, no existe”. Según la experta, tener todo guardado en armarios grandes y aparatosos es una pérdida de tiempo, eficiencia y dinero.
Cambiar la manera de pensar, para que cambie tu experiencia con la moda.
La moda se convirtió en mi herramienta creativa por excelencia. “No obstante, aunque la creatividad a menudo lleva a la excentricidad, no debemos confundir ambas con lo inaceptable; existen modas que pueden resultar incómodas por ser antiestéticas.”. Hablar de creatividad en la moda es un arte que nos permite narrar parte de nuestra historia. Esa narrativa que empecé a desarrollar a través de la vestimenta se transformó en estilo, haciéndose más evidente a medida que se alineaba con mi nuevo estilo de vida.
Ese vínculo, derivado de la evolución de mi estilo, se fortaleció gracias a los cambios de lugar y clima. A diferencia de lo que muchos piensan, vivir en dos países de forma paralela no es sencillo. Sin embargo, adaptarse a nuevas estructuras sociales y culturales estimula la creatividad y fomenta la necesidad de ser prácticos y desapegados de nuestras prendas.
Cambiar de mentalidad, salir de la zona de confort y lanzarme a esta nueva experiencia ha sido crucial para concebir mi vida de manera diferente. Esto incluye atravesar el famoso “desierto”, que simboliza descubrir nuestra identidad y definir el legado que queremos dejar a la sociedad.
Ser creativos al experimentar vivencias multiculturales nos permite crecer. Renovarse implica abandonar estructuras mentales anticuadas que impiden el desarrollo del estilo. Optar por el cambio de estéticas, dejando atrás esa cueva llena de piezas añejas, facilita la experimentación de un nuevo look. Tal vez no a lo Dior, pero sí a lo nuestro, aquello que de lo efímero se convierte en eterno.
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